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1 Las power skills reemplazan a las habilidades blandas: Así se entrenan 

2 Olvidate del ROI, empezá a medir el ROL

3 Un mundo sin jefes: ideas para ser más autónomo dentro y fuera de la organización 

  

4 Trabajo del futuro: las empresas ponen primera, pero les falta valorar y darle más espacio a la capacitación 

 

5 El juego del quemado: mitos y dilemas de la “economía del burn out”

 

 

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 1 Las power skills reemplazan a las habilidades blandas: Así se entrenan.

A partir del fenómeno de la gran renuncia, las empresas ponen cada vez más el foco en las habilidades blandas de sus líderes actuales y potenciales. Esas aptitudes interpersonales se convirtieron en estratégicas para insertarse, reinventarse y crecer en el competitivo entorno laboral actual.  

De allí que surgió el innovador concepto de power skills. ¿Qué son? Habilidades de empoderamiento, que construyen una sumatoria del saber, el hacer, las actitudes, los principios y los comportamientos que nos hacen mejores que las partes por separado. Su denominación se atribuye al presidente de la Universidad de Dartmouth, Philip Hanlon. 

Con la transformación de las competencias laborales, que muchas veces no enseña la universidad, para que un perfil sea interesante y relevante es necesario contar con una combinación de:

1- Habilidades duras (hard skills) Son las que, por lo general, se obtienen a través de la formación y la actualización permanente. Los expertos en talento señalan que, hoy, constituyen un 50% de lo requerido en cualquier trabajo, entendiendo que siempre es importante la preparación pero ya no es suficiente.

2 - Habilidades blandas (soft skills) Son el conjunto de competencias que permiten trabajar adecuadamente junto a otros, interactuar y lograr resultados.

3 - Habilidades de empoderamiento (power skills) Resultan de la sumatoria de las blandas, agregándoles la integración con el ser, el hacer y el sentir, en congruencia y al servicio del rol que ocupa cada uno.

En términos generales, las blandas se refieren a la competencia propia del hacer, mientras que las power skills se relacionan con el hacer sumado al ser individual, conformando una perspectiva más completa e integral.

Aqui detallamos las más importantes (Aclaración: en primer lugar verás cada habilidad blanda, y luego, la descripción como power skill):

 - TRABAJO EN EQUIPO

Es la manera de integrarte a trabajar junto a otras personas. Habilidades de líder. Más allá de formar parte de teams cada vez más diversos, hoy se busca la capacidad de autoliderarte, con autonomía y sentido de mejora continua.

- RESOLVER CONFLICTOS

Los trabajos requieren que cada persona, sin importar el rol, sepa dirimir situaciones tensas y buscar soluciones satisfactorias para cada parte involucrada. Mentalidad flexible. Los conflictos sólo se resuelven teniendo una mentalidad abierta, capaz de diseñar pensamientos, ideas y alternativas novedosas permanentemente.

- CREATIVIDAD

Es la capacidad de tener inventiva para aplicarla en cualquier aspecto del trabajo. Innovación. Es un rango superior por el que, además del acto creativo, se generan soluciones y propuestas diferentes a las ya conocidas y se hace más eficiente su implementación. Incluye la mejora de lo ya existente y la creación de categorías y formas, convirtiéndolo en novedoso para el segmento o mercado.

- COLABORACIÓN

Disposición a contribuir con los demás para el logro de los resultados del equipo. Trabajar en red. Saber hacer aportes que agreguen valor permanentemente al equipo, y ser un dínamo de retroalimentación junto a los demás.

- INTELIGENCIA EMOCIONAL Identificar, reconocer y gestionar las emociones. Balance emocional. Además de lo anterior, consiste en mantener el equilibrio aún en situaciones de desafíos, y enfocarse siempre en las soluciones y alternativas.

- EMPATÍA

La habilidad de saber ponerse en los zapatos de la otra persona. Entendimiento. Es entender y comprender cómo sienten los demás, para tener un cuadro de situación y no sesgado al modelo mental propio.

- COMUNICACIÓN EFECTIVA

Saber interactuar eficazmente con las personas, con claridad y precisión. Comunicación afectiva, concreta y útil. Síntesis. Incluye el componente de cómo hará sentir lo que comunico a las otras personas. Mensajes verbales y no verbales concretos, sintéticos, útiles. Foco en los puntos centrales relevantes.

- TENER INICIATIVA

En vez de esperar órdenes, proponer soluciones. En vez de observar, actuar. Asumir riesgos y proponer mejoras. Ser intra-emprendedores. Esta es la actitud que buscan las empresas en la actualidad. Para lograr la máxima eficacia dentro de tu rol, tenés que articular tu hacer y ser con los equipos y la compañía en general.

ntesis Nota Cronista 10/08/22

      

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2 Olvidate del ROI, empezá a medir el ROL. 

El retorno de la inversión (ROI) en los programas de educación corporativa no siempre genera métricas tangibles o fácilmente identificables, lo que dificulta comprender si la capacitación tiene valor. La capacitación requiere tiempo, diseño de planes de estudio, presupuesto, asignación de recursos y cooperación interáreas Pero la razón por la que las organizaciones continúan invirtiendo en capacitación es porque, si bien su impacto no es fácil de detallar en un informe financiero, el valor intangible hace que la capacitación valga la pena y sea una estrategia para la adaptación permanente que requieren los negocios hoy. 

En el marco de la charla “Pensar e Innovar la era híbrida” que tuve esta semana junto a Melina Masnatta, directora de Learning and DEI de Globant y Eliana Bracciaforte, cofundadora de Workana, organizada por la Universidad de San Andrés (Udesa), Melina compartió cómo están construyendo nuevas métricas que ayuden a medir el impacto del aprendizaje y cómo fomentar la habilidad de “aprender a aprender”, tan señalada dentro de las habilidades necesarias para los trabajos del futuro. Su propuesta es utilizar el ROL (return of learning), que podemos traducirlo como “Retorno del aprendizaje”, en el centro de las métricas para fomentar una cultura de aprendizaje permanente.

A las métricas clásicas, como cantidad de horas y satisfacción, creamos un índice que es aplicabilidad, que se encarga de medir cómo y cuánto se aplica en las tareas cotidianas ese conocimiento adquirido. Esto le da valor al aprendizaje y demuestra su impacto directo en el negocio, en el que la evolución permanente de las tecnologías requiere un reskilling permanente. Hoy en día, estamos alcanzando un 4.47% de aplicabilidad sobre 5, lo que nos indica un buen diseño de los programas de aprendizaje que tienen los distintos perfiles.

El ROL se puede medir en una escala micro, siguiendo el progreso de un programa de entrenamiento específico para un objetivo en particular. El enfoque micro puede incluir evaluaciones o pruebas para determinar la retención del conocimiento recién aprendido. Los puntajes de medición y las ponderaciones pueden representar cómo la nueva habilidad afecta la aplicación y el resultado.

En un plano más macro se va alimentando una base de datos con años de microdatos históricos para apoyar las decisiones futuras. El enfoque macro es fundamental para las empresas que exploran transiciones importantes, como una transformación digital o necesidad de reskilling por la introducción de nuevas tecnologías. El índice de aplicabilidad nos permite pasar por un filtro a cada nueva iniciativa para poder entender con claridad ¿Qué tan aplicable será este nuevo conocimiento?.

Sintesis Nota La Nacion 16/07/22                               

 

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3 Un mundo sin jefes: ideas para ser más autónomo dentro y fuera de la organización. 

Dan Pink, autor de Drive: The Surprising Truth About What Motivates Us, considera que las personas que deciden trabajar por su cuenta fuera de la relación de dependencia buscan autonomía, autenticidad y hacer las cosas de un modo que les parezca más cómodo y productivo. Pink tiene razón, buscamos todo eso, pero la realidad es que, cuando pensamos que nos liberamos del yugo corporativo, nos encontramos solos, sin una red de contención, sin la oficina, sin la cafetera que nos obligaba a caminar unos metros y cruzarnos con colegas queridos y odiados. La vida de la persona liberada pasa ahora por las propias habilidades y por ser productivo, y producir algo que tenga valor. Todo depende de él o ella, no hay nadie a quien culpar. Es tu culpa.

Sí, las utopías son muy lindas. La realidad es que conocemos muchas historias hermosas de emprendedores exitosos que abandonaron la universidad, que tenían una gran idea que elaboraron en el garaje de la casa o en un sótano, y esas personas terminaron creando empresas maravillosas. Esas son las historias que conocemos. La gran mayoría de los emprendedores termina, sin embargo, fundido, trabajando 20 horas por día y extrañando el sueldo que recibía puntualmente de la organización “nefasta” en la que trabajaba. Es más, muchos emprendedores se dan cuenta de que son pésimos dirigiendo sus emprendimientos y que agradecerían un buen jefe para llevarlo a cabo.

Pensar en cuatro dimensiones

La profesora de Management de la Universidad de Michigan, Sue Ashford, considera que las personas que quieren trabajar de forma independiente tienen que pensar en cuatro aspectos o dimensiones para lograr hacerlo de forma adecuada. Primero, hay que poner foco en el espacio que la persona tiene para trabajar. Hay que tener un espacio diferente a la cocina de la casa. El segundo aspecto está relacionado con las rutinas de trabajo para lograr estándares de productividad. El tercer tema son las conversaciones productivas que la persona independiente tiene que tener con aquellas personas o profesionales que otorgan aliento y dirección en el trabajo que estemos haciendo.

Finalmente, hay que tener en cuenta el propósito que uno tiene al realizar el trabajo. Así como las empresas tienen una misión y una visión, el propósito del profesional independiente es fundamental para motivarlo a conseguir sus objetivos.

Ahora bien, estas son recomendaciones para quienes quieren liberarse de las corporaciones. ¿No hay acaso alguna posibilidad de trabajar en organizaciones que nos liberen de los jefes? Existen algunas empresas que, en cierta forma, se están sacando a los jefes de encima o, al menos, están reconvirtiendo la forma de trabajar para dotar al empleado de un sentido de autonomía más apropiado.

Job craftingo construcción del trabajo Desde hace más de 20 años Wrzesniewski y Dutton, profesoras de comportamiento organizacional, investigan el job crafting y lo definieron como “el proceso a través del cual los colaboradores dan forma a sus trabajos, principalmente moldeando tareas, relaciones y las percepciones de sus trabajos”. Es decir, se trata de amoldar el trabajo a las particularidades de la persona que lo va a desarrollar.

El job crafting tiene tres dimensiones: el task crafting, que implica adaptar las responsabilidades del empleado a sus habilidades o aptitudes; el relational crafting, que consiste en ser más conscientes de los impactos positivos o negativos que se producen al comunicarse con los demás; y el cognitive crafting, que consiste en trabajar en la percepción propia de cada una de las tareas, responsabilidades y relaciones derivadas del trabajo.

En el fondo de este tema está lograr alinear la actividad que realizamos y customizarlo para que nos interese, convirtiéndonos en arquitectos de nuestro propio trabajo.

Adiós al líder autoritario

La idea no es eliminar a los líderes, pero sí generar una cultura de trabajo y liderazgo diferente de la pirámide en la que el líder está arriba y los empleados abajo, para que cambie a una en la cual el líder es un servidor de la gente y donde no haya un equipo que da soporte al jefe, sino un jefe que da soporte al equipo.

Hay organizaciones que tratan de trabajar con profundidad lo que se llama el self-management (autogestión), que permite que los líderes salgan del rol de jefes y se conviertan en facilitadores de los empleados que se autogestionan. Diferentes empresas son atraídas por esta idea. Algunas por la adaptabilidad que otorga a la organización; otras, porque simplemente quieren reducir costos al achicar la estructura. Sin embargo, hay algunos líderes que quieren avanzar hacia un cambio de paradigma por una misión personal. Ellos o ellas creen en una democratización del management y empujan a las organizaciones en el camino de la autogestión con un rol distinto para los jefes.

La gente está harta del mal trabajo y del maltrato. La pandemia potenció esto y generó un proceso de reflexión en las personas para las que la calidad de vida tiene un rol prioritario en su escala de valores. Para pasarla mal en una empresa con un jefe podrido, mejor intentarlo solo y ser un poco más feliz.

Síntesis Nota La Nacion 06/08/22

 

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4  Trabajo del futuro: las empresas ponen primera, pero les falta valorar y darle más espacio a la capacitación.  

Las empresas en la Argentina están atravesadas por el fenómeno de las transformaciones del trabajo en el mundo, aunque con matices y disparidades, según las conclusiones de un informe que realizó el Observatorio del Futuro de la Universidad Siglo 21.

De acuerdo con el relevamiento, que incluyó a más de 750 empresas de distintos tamaños, rubros y localizaciones del país, siete de cada diez creen que en los próximos tres años la cantidad de colaboradores con características consideradas nuevas o “transformados” va a crecer, mientras que un 46,5% espera un incremento en el número de perfiles tradicionales. Sin embargo, un 45,8% no evaluó las necesidades de capacitación de quienes están en ese último grupo y un 26,1%% tampoco lo hizo con respecto a los trabajadores con nuevos perfiles, o bien transformados.

En cuanto a si tienen información o indicadores sobre el grado de habilidad de cada colaborador de la organización para el aprendizaje continuo, es decir para aprender a aprender, un 63,2% de las compañías respondió que no lo midió y un 12,5% dijo que sí, pero solo en el caso de algunos colaboradores. Sin embargo, consultadas sobre la habilidad de aprendizaje continuo por parte de las personas que trabajan, un 55,4% dijo que es media y un 36,9% la consideró alta.

En la presentación, hecha en la sede de la Universidad, estuvo Jordi Alemany, autor del libro Líder Imperfecto, quien dijo que la mayoría de las empresas contrata empleados porque evalúan que tienen tres cosas: un CV que les gusta, una experiencia que les hace evaluar que no hará falta invertir en capacitación y una pretensión salarial acorde con el presupuesto. “Un 99% contrata así. Nadie contrata por el potencial de la persona, porque las horas de formación se ven como un gasto. Si se las viera como inversión, se darían cuenta de que la formación del personal lleva a una multiplicación de la productividad”, opinó.

En este sentido, se consultó a las empresas por las skills más necesarias en los empleos del futuro. En primer lugar, figuró el aprendizaje continuo, seguido de trabajo en equipo, la capacidad de calcular los tiempos para terminar una tarea laboral, la expresión de ideas con claridad, el expresarse con franqueza y claridad y el enfrentarse a situaciones nuevas, entre otras.

¿Y qué características tendrán los trabajos del futuro? El informe menciona la plasticidad (menor estandarización), la flexibilidad (nuevas configuraciones contingentes, tiempo parcial, empleo híbrido), la mayor presencia de tareas impactadas por procesos tech (automatización, uso de dispositivos y robots), el bienestar (humanización, menos horas, consideración de la salud mental y de los ecosistemas de trabajo), la movilidad permanente de personas, y la learnability (adopción permanente de nuevas habilidades).

Síntesis Nota La Nacion 29/08/22                              

 

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5 El juego del quemado: mitos y dilemas de la “economía del burn out”.

Perfil de LinkedIn: “Manager exponencial, mindset de abundancia, apasionado por la eficiencia, speaker internacional, triple burn out con honores”. Tal vez sea algo exagerado ponerlo en el currículum, pero el síndrome del burn out definitivamente se convirtió en el mal de época del mundo corporativo, con cifras que se empinaron en la pospandemia y con empresas desorientadas para manejar un desafío mental brumoso y cada vez más costoso.

Es un fenómeno global, pero en América Latina creció más que en otros lugares del mundo. En los últimos dos meses el tema explotó en Brasil, con el triple de búsquedas asociadas a este tema que en mercados como los de Estados Unidos o Alemania. Y cuando se ven los factores que más correlacionan con este síndrome, advertimos que en el último puesto están la satisfacción con las compensaciones monetarias y no monetarias (beneficios), o los recursos materiales para desarrollar el trabajo.

Al principio, el eje era la niebla mental de Zoom, pero ahora se mezclaron otros factores. Muchos aprovechan la oportunidad para mejorar su bienestar general, más allá de bajar algo el estrés”.

El mundo está liderado por personalidades ansiosas. Políticos, empresarios, emprendedores, deportistas de alto rendimiento y líderes de distintas áreas tienen valores mucho más elevados de ansiedad que la media de la población. Y esto termina permeando en las organizaciones.

A mediados del siglo XlX, cientos de médicos en los Estados Unidos discutieron el estallido de una nueva enfermedad, la “drapetomania”, propuesta por Samuel Cartwright, quien la caracterizó como un síndrome mental que llevaba a los esclavos a querer escaparse de las plantaciones. Por supuesto que esto años después fue descartado, por tratarse de seudociencia y racismo, pero el caso muestra cómo muchos desafíos (sobre todo los mentales) dependen e interactúan con su contexto histórico.

El caso del burn out no es una excepción: aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo tiene catalogado como uno de los males de época en aumento, aún no figura en el DSM 5, el codex de la psiquiatría que categoriza a las enfermedades mentales. Dos extensas notas aparecidas en los últimos meses ponen el dedo en esta llaga problemática: una de Sarah Todd en Quartz y otra de Jill Lepore en el New Yorker. Ambas alertan que la figura del agotamiento extremo por estrés se convirtió en una gran bolsa, en la que entran cuadros muy distintos, desde ataques de pánico hasta depresiones clásicas.

El psiquiatra de Duke Allen Francis compara al burn out con otra “enfermedad de época”, que se popularizó a fines del siglo XlX: la “neurastenia”. Al igual que con el actual agotamiento mental extremo, la neurastenia era una mezcla de problema y también de cucarda: señalaba la presencia de “una mente activa, muy competitiva y amante de la libertad”, dice Francis.

Un punto en común entre la neurastenia y el burn out: ambas fueron y son condiciones asociadas a trabajadores y trabajadoras de clase media y alta. Y este factor se advierte también en las soluciones a mano para este tipo de situaciones: tomarse un sabático o descansos largos, más equilibrio con la vida familiar, etcétera, más difíciles de encarar para trabajos más precarios.

En una reciente entrevista, el gurú estadounidense del sueño y neurocientífico Matthew Walker, autor de Por qué dormimos, advierte sobre un problema parecido con la consideración social de dormir bien: especialmente en el campo de las empresas no está mal visto decir que uno durmió tres horas, o que lo hizo pésimo en toda la semana. Informar que se completan las recomendadas más de siete u ocho horas de sueño sin problemas no es algo que se difunda a viva voz.

Un perfil de LinkedIn jamás diría “depresivo, bipolar, en constante crisis existencial”. “Quemado por sobre exigencia”, por ahora, tampoco, aunque su estigma en el campo corporativo es, sin duda, mucho menos negativo. 

Síntesis Nota La Nacion 28/08/22.               

 

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